Un 50% de las empresas innovadoras se han extinguido con la crisis, según el informe presentado por FEDEA en colaboración con APIE
“Las cosas no se han estropeado mucho, porque ya estaban estropeadas de por sí”. Nadie podrá acusar a Juan Mulet Meliá de haber sido poco claro durante la presentación del informe Las consecuencias de la reciente crisis económica para la innovación empresarial española, que se ha celebrado en la sede de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (FEDEA), con la colaboración de la Asociación de Periodistas de Información Económica (APIE). Respaldado por abundantes datos y por el conocimiento del marco científico y de investigación que tiene su autor, ha servido para dejar claro que la innovación sigue siendo en España una herramienta que nadie sabe como utilizar.
Durante el acto, que estuvo presentado por Angel de la Fuente, director de FEDEA, y moderado por Andrés Dulanto-Scott, de la Junta Directiva de APIE, Mulet hizo hincapié en que los efectos relativamente escasos de la crisis sobre el sector innovador no se deben precisamente a la fortaleza científica de nuestro país, sino más bien todo lo contrario; un sistema que, denunció,sigue basado en la Ley de Ciencia creada en 1986, y que en los últimos años se ha visto acompañada de lo que en su opinión es “la peor idea que ha surgido en España: la creación del término I+D+i, que hace que se confunda la I+D con la innovación”, denunció.
Ciencia a contracorriente
A lo largo de los años, España ha mantenido una habilidad constante para ir a contracorriente en investigación o, como ha dicho Mulet Meliá, “somos raros, bastante raritos en esto; otros países, a pesar de la crisis, han seguido aumentando su inversión en I+D, y España ha hecho justo lo contrario”, como demuestran los datos armonizados de la OCDE para el periodo 2008-2014, en el cual Corea del Sur aumentó su gasto en I+D un 57%, Alemania un 23% o Estados Unidos un 12%, mientras que España los ha reducido en un 6%. En cuanto a porcentajes del PIB, Israel y Corea del Sur son los países en cabeza, con un 4,21% y un 4,15% respectivamente dedicado a I+D, mientras que a España -con un 1,24%- hay que buscarla en los puestos de cola, superando sólo a Polonia y Grecia. Y otro detalle: “Los países con economía basada en el conocimiento tienen más investigadores en el sector privado que en el público; en España es al revés”.
El sector privado, reducido a la mitad
A la hora de examinar en que campos de la innovación española ha sido más dura la crisis, el informe establece claramente que las empresas innovadoras se han llevado la peor parte. El grupo de las que ha declarado innovaciones tecnológicas ha pasado de 42.206 en 2008 a 18.511 en 2014, lo que supone una reducción de un 56%, mientras que las que han declarado innovaciones no tecnológicas han sufrido una reducción de un 40% en el mismo periodo, pasando de 54.125 a 32.626.

De izquierda a derecha, Juan Mulet, Andrés Dulanto-Scott y Ángel de la Fuente, director de FEDEA, durante la presentación del informe.
De estas cifras, el sector más perjudicado ha sido el de las empresas con una plantilla de 10 a 49 empleados, que, según declaró Mulet Meliá, “han dejado de hacer I+D de una forma bastante clara, probablemente porque no tenían consolidada esa actividad, y por lo tanto no les ha pasado nada por eliminarla cuando comenzó la crisis”. Su indice de caída es del 47%, mucho mayor que el de las microempresas, que sólo han caído un 4%, probablemente porque aún hay jóvenes innovadores cuya carrera profesional está directamente ligada a sus nuevas empresas, y porque su reducido tamaño permite crear la figura del “autónomo innovador”.
Los efectos de la crisis han sido menos graves en el sector público, donde si bien las aportaciones de los Presupuestos Generales del Estado comenzaron a decrecer en 2009, los gastos siguieron creciendo por inercia hasta el año siguiente, cuando empezaron a finalizar los proyectos de investigación. A esto se añade, según Mulet Meliá, la tendencia “de hormiga” de los investigadores públicos a guardar dinero cuando lo consiguen, “con lo cual la crisis tarda en manifestarse un poco más”. Aunque los recortes en el sector público no han supuesto hasta recientemente un descenso en el número de publicaciones científicas, sí han obstaculizado el relevo generacional, al impedir la incorporación de nuevos investigadores.
La confusión entre I+D e Innovación
Las conclusiones, tanto del informe como de su director, son que la recuperación podría ser el momento idóneo para que España emprendiera la remontada incorporando a su economía una verdadera política de innovación; el problema, indicó Juan Mulet Meliá, es que en España “no la ha habido nunca”, si bien precisó que “en la Unión Europea tampoco se han emprendido estas políticas hasta fechas muy recientes”. Entre los motivos para ello, explicó, es el elevado coste y riesgo de estas políticas de innovación, y, en el caso de España, la confusión que existe a la hora de identificar el término adecuadamente: “Si queremos salir adelante, habrá que ir hablando de políticas de innovación, y no solamente de políticas de I+D. No quiero decir con esto que haya que abandonar las políticas de I+D, pero necesitamos más políticas específicas de innovación, e insisto: el término I+D+i es una barbaridad; nos hemos enfocado en la I+D y nos hemos olvidado de la I”. Preguntado por cómo han tratado la innovación los diferentes partidos políticos durante la pasada campaña electoral, Mulet Meliá ha manifestado que “Me ha puesto muy nervioso que tanto partido haya utilizado el recurso fenomenal de decir vamos a hacer mas I+D+i y no haya entrado en más detalles. Eso es todo lo que tengo que decir”.