El presidente de la Asociación Española de Banca (AEB) avisa en el Curso de Economía de la APIE de que la transición ecológica de la banca supondrá “un esfuerzo extraordinario”

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No son una moda, no son un todo vale, y no son una operación cosmética para mejorar la imagen de empresas y entidades. Jose María Roldán, en su intervención en el Curso de Economía organizado por la APIE en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander, dejó claro que las finanzas sostenibles “han llegado para quedarse” y citó una amplia profusión de informes de la más diversa procedencia que alejan la sospecha del greenwashing o lavado de cara ecológico: “Ya advertí hace un año en este mismo foro que el mercado será inmisericorde con cualquier práctica cosmética que se lleve a cabo”, remachó.

Jose María Roldán dedicó parte del turno de preguntas a alejar miedos: ni el nuevo retraso en la subida de los tipos de interés significa que los bancos se estén planteando cobrar a sus clientes por los depósitos, ni la llegada de los competidores digitales va a suponer un encarecimiento de los productos y servicios, todo lo contrario. Lo cual no quiere decir que no aprovechara para contradecir al vicepresidente del Banco Central Europeo, Luis de Guindos, que le había precedido esa misma mañana en el curso de APIE, y afirmara sin tapujos que “los bajos tipos de interés están afectando gravemente a los resultados de la banca y evitando su capacidad de mejorar su solvencia”.

El presidente de la AEB se mostró optimista sobre la situación actual de la economía española, de la que dijo que “sigue desapalancándose”, y desechó preocupaciones sobre la evolución de las hipotecas, terreno en el que dijo que no existe el sobrecalentamiento que se está dando en otros países: “estamos muy por debajo de los niveles de la crisis, aunque es cierto que existen tensiones de precios, especialmente en las grandes ciudades, pero en absoluto es una situación dramática”. 

En cuanto a la transición ecológica a la que debe enfrentarse la banca, Roldán solicitó unas pautas de orden para que el proceso no ponga en peligro la estabilidad financiera. Porque para conseguir toda esta transición “se necesitan cambios profundos en la gestión, en el proceso de toma de decisiones, en la cultura de las organizaciones, en el desarrollo de nuevas capacidades de liderazgo responsable y ético, y en la formación de los empleados, entre otros muchos”, enumeró, añadiendo que “De nuevo, y tras el intenso proceso regulador vivido después de la crisis, se pide de los bancos que acometan un esfuerzo extraordinario para adaptarse a este nuevo enfoque de banca responsable. Y la adaptación no va a ser fácil”.

El próximo mes de septiembre se firmarán en Nueva York los Principios de Banca Responsable, a los que se han ahderido medio centenar de entidades. El problema, explicó Roldán, es que a pesar de esta buena disposición “los bancos suelen carecer de la información necesaria para realizar una evaluación de impacto concreta”, y se enfrentan a grandes complicaciones para recopilar los datos necesarios, lo cual “está representando un obstáculo importante para las entidades a la hora de adherirse a los Principios”. Roldán ha pedido más tiempo para que las entidades puedan completar su proceso de evaluación, y unos requisitos de información menos complejos, de forma que ningún banco acabe tirando la toalla ante las dificultades para unirse a los Principios.