Europe G presenta su informe sobre la Unión Bancaria, donde advierten de las dudas sobre los test de estrés y de la ausencia de una política unificada de actuación
Si bien la unión bancaria europea es una realidad teórica desde enero de 2016, fecha de la puesta en marcha del mecanismo único de resolución (MUR), en las últimas semanas bien puede haber pasado a ser una realidad práctica tras las intervenciones en el Banco Popular y en el italiano Monte dei paschi di Siena. Pero las diferencias de actuación en uno y otro caso advierten de los problemas que aún quedan por resolver. Estas son algunas de las conclusiones ofrecidas por el Policy Brief Estrenando Unión Bancaria: realidades adaptativas, que el grupo de opinión y reflexión de economía política Europe G presentó en Madrid en un acto organizado conjuntamente con la Asociación de Periodistas de Información Económica, que contó con la presencia de Santiago Carbó Valverde, autor del informe, y de Amparo Estrada, de la Junta Directiva de APIE, que actuó como moderadora.
De hecho, durante su intervención, Santiago Carbó señaló la coincidencia en el tiempo de las dos intervenciones bancarias como un ejemplo claro de que aún se carece de una política de actuación unificada, ya que, mientras que el caso del banco español “ha sido el ejemplo de una aplicación clara de la ley”, con la puesta en marcha de los mecanismos de bail-in, que ponen las pérdidas de los inversores por delante de las de depositantes o contribuyentes, el Monte del Paschi “ha sido un bail-out disfrazado de bail-in y será el contribuyente italiano quien finalmente asuma los costes del rescate”. En conjunto, añadió, si bien la operatividad de la unión bancaria ha quedado demostrada por la rapidez de la Junta Única de Resolución en resolver la crisis del Popular, “aún estamos en un proceso de transición” donde la dinámica de los procesos no termina de estar clara: “Muchos analistas ya habiamos aceptado que en algunos contextos aplicar un bail-in podía aumentar la inestabilidad. Y esto lo estamos viendo ahora”.
Transparencia desigual
El informe elaborado por Carbó señala como principales carencias de la unión las lagunas relacionadas con una resolución firme del single rulebook, la configuración, aún pendiente, del Seguro de Depositos Único, y las dudas que se están levantando sobre los test de estrés europeos. “No hay mucha transparencia en Europa sobre la situación de algunas entidades y sectores bancarios”, declaró, poniendo de nuevo el ejemplo del Monte dei Paschi di Siena, que evidenciaría que, por ejemplo, “En italia han tenido un ejercicio de transparencia bastante menor que el que hemos tenido en nuestro país”.
Otros problemas señalados incluyen la desigualdad en la tasa de morosidad del crédito, con un billón de euros de activos deteriorados en la Eurozona, si bien, según específicó Carbó, esta tasa varía de país a país, y así como en España continúa siendo en buena parte una morosidad inmobiliaria, en el ámbito europeo es empresarial en un 60%. Sobre el manejo de la morosidad, en España “hemos respetado las normas de la unión bancaria y hemos podido absorber el shock interno. Esos son elementos positivos, aunque no hay que confiarse, aún tenemos muchos activos deteriorados procedentes de la burbuja inmobiliaria, aunque van mejorando poco a poco”.
Una globalización obligatoria
En conjunto, el nuevo marco de actuacion requerirá una mayor globalización de los participantes, con la aparición de entidades verdaderamente paneuropeas, que en sus balances puedan absorber los shocks que puedan producirse en uno de los países donde están presentes. Santiago Carbó habló de varios ejemplos que indican esta tendencia a la ruptura de fronteras, como los elementos integradores de las fintech, donde “lo que sirve para un smartphone en Londres sirve para un smartphone en Madrid; es una diferencia con los tiempos en que, cuando una entidad operaba en otro país, debía adaptarse a él”, o el creciente poder de compañías como Google o Amazon, que han comprendido y se han adaptado con mucha más agilidad que las entidades bancarias a los canales del negocio del futuro, centrados en “el negocio crediticio financiero basado en las necesidades de las personas, y capaz de detectar esas necesidades”.