
Bruce Goslin, Executive Managing Director de K2 Intelligence, en un momento del desayuno de prensa sobre Business Intelligence y gestión de riesgos.
El Presidente para España de K2 Intelligence habló sobre Inteligencia Económica, información, legislación y ciberataques en un encuentro con periodistas organizado por la APIE
La Inteligencia Económica, o Business Intelligence, parece un término confuso y aburrido, relacionado con datos y análisis elaborados mediante complicadas operaciones informáticas. Lo parece hasta que Bruce Goslin comienza a hablar del tema, y con voz calmada va desgranando los distintos campos con los que tiene relación directa: asesoramiento y apoyo estratégico a la hora de establecerse en un nuevo país o buscar un nuevo mercado, por supuesto, pero también asesoramiento en riesgos transaccionales, prevención de fraude y corrupción, comprobación del historial de posibles nuevos empleados, detección de filtraciones a la competencia, y defensa contra los ciberataques. Entre otras cosas.
Estos son algunos de los temas que Goslin, Managing Director de K2 Intelligence para España, tocó en el desayuno organizado conjuntamente con la Asociación de Periodistas de Información Económica. En él dejó clara la importancia que el conocimiento está adquiriendo como arma en las maniobras de cualquier grupo empresarial. “Hacemos inteligencia para la empresa privada”, resume. “Les ayudamos a conseguir información para que no den pasos en falso en sus decisiones, y les asesoramos en el manejo de los riesgos”.
Información y riesgos
La llamada Era de la Información no ha traído consigo, paradójicamente, un mayor conocimiento. Un buen ejemplo comentado por Goslin es el Big Data que, aunque constituye una ayuda a veces demasiado eficaz sobre los hábitos de los consumidores –“algunas empresas americanas podían determinar que una clienta se había quedado embarazada en base a sus hábitos de compra, y enviarle publicidad de productos sobre maternidad- sigue siendo un buen reto para muchas empresas, que “se ahogan en demasiada información”. La solución, explicó radicaba en el sistema de búsqueda o ciclo de inteligencia, que empieza por la definición de la información que se necesita, sigue por su búsqueda y análisis y termina por la distribución de los resultados “porque la información, si no se comparte, no sirve de nada”.
Los riesgos derivados de emprender una operación sin la información adecuada van de lo convencional a casos más exóticos. “Entre el 70 y el 80 por ciento de las adquisiciones tienen algún problema relacionado con la falta de información”, declara Goslin, que recuerda cómo la filial americana de K2 investigó a una empresa que uno de sus clientes estaba considerando adquirir, y descubrieron sus vínculos con el crimen organizado. Lo más habitual, de todos modos, son casos como la verdadera fortaleza de la compañía a adquirir, su situación financiera, impagos o situación legal. También se analizan los posibles cambios en la legislación de un país que puedan afectar a los planes de negocio, y la veracidad de los curriculums de los aspirantes a puestos de confianza.
Ciberataques y red oscura
Para Goslin, son demasiadas las empresas que no se preocupan, no ya de contratar a una firma de investigación, sino de hacer ellas mismas un breve examen previo. “Los empresarios deberían hacer por lo menos una búsqueda en Internet. No obtendrán una información tan exhaustiva, pero sí encontrarán cosas”, declaró, recordando además que en los últimos años los propios investigados tienden a poner las cosas más fáciles a través de la información que publican sobre ellos mismos: “En las redes sociales la gente pone de todo”. Y, aunque la legislación sobre la privacidad de cada una varía según el país, hay otras fuentes abiertas, como Twitter, los blogs o los foros, donde “se deja mucha información”.
Con todo, explica, la información que aparece en los buscadores abiertos corresponde aproximadamente a un 20 por ciento del total; el 80 por ciento restante está en la llamada web oscura, donde mantienen presencia a través de avatares creados por la propia empresa, que les permiten asomarse a parte de un contenido huidizo e ilegal, donde los sitios que ofrecen material delictivo se abren y se cierran de un día para otro. “Son mercados donde se vende información sobre una persona, incluídos sus datos personales. Tarjetas de crédito, cuentas bancarias… eso lo vemos todos los días. Pero también puedes comprar, o alquilar en periodo de prueba, herramientas específicas para el hackeo o el espionaje electrónico”.
Hackers que no se ven
Los ciberataques se están convirtiendo en el nuevo campo de batalla, con un coste estimado para las empresas del 400.000 millones de dólares al año. Goslin se refiere a operaciones profesionales que pueden perjudicar el funcionamiento de una compañía, y la cotización de sus acciones, aumentando su vulnerabilidad ante los compradores. Cada semana, según datos proporcionados por la empresa, hay 122 ciberataques, de los cuales prosperan dos, lo que supone un incremento del 18% con respecto al año anterior. “Pero no estamos hablando de tres chavales metidos en un garaje con sus ordenadores”, precisa, e indica que los gobiernos ruso y chino cuentan con grandes departamentos dedicados a hackear empresas extranjeras, muchas de las cuales no se enteran del ataque hasta años después. “Se dice que hay dos tipos de empresas, las que han sido hackeadas y las que todavía no saben que lo han sido”, bromea. “Las noticias que llegan a los medios sobre hackers son siempre las de los menos profesionales. Los que son buenos de verdad no dejan rastro”.
Actualmente, el trabajo de K2 en España abarca mucho interés de las empresas españolas por conocer los mercados exteriores, cómo hay que actuar en ellos, y qué están haciendo en ese terreno sus competidores. En cuando a las extranjeras, “están siguiendo en España el tema de la independencia de Cataluña, o el surgimiento de Podemos, pero sólo de manera general, de igual modo que en Francia están siguiendo las elecciones y el ascenso del partido de Le Pen, por ejemplo”.
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