El presidente de Inverco pide valentía a los políticos para informar a los ciudadanos y llegar a un acuerdo que asegure la viabilidad del sistema público de pensiones

Angel Martínez-Aldama, Presidente de Inverco, durante el almuerzo de prensa con que concluyó la II Jornada, dedicada a las pensiones, del XXXII Curso de Economía organizado por APIE.

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No hay tiempo que perder. Angel Martínez-Aldama, presidente de Inverco, lo dejó muy claro durante el almuerzo de prensa con el que la Asociación de Periodistas de Información Económica cerró la II Jornada de su XXXII Curso de Economía, dedicada al futuro de las pensiones y a la falta de interés por los planes de pensiones privados, que se celebró, como es habitual, en la sede del Santander en el Paseo de la Castellana de Madrid.

Martínez-Aldama cerró la jornada tras la mesa redonda de expertos que le precedió, y coincidió con ellos en destacar la necesidad de introducir incentivos que estimulen la contratación de planes de pensiones privados, pero sobre todo señaló la obligación del Gobierno de informar adecuadamente a la ciudadanía, para que esta tome las medidas adecuadas que aseguren una jubilación digna: mantener el mensaje de que “no hay problema, indexamos el IPC, subimos impuestos o cualquier otra medida que no esté contrastada” sólo sirve para crear una falsa sensación de seguridad en la gente, cuando la verdad es que el sistema de pensiones se enfrenta a dos retos mayúsculos, como son la demografía y la longevidad: «Los ciudadanos deben saber que, dentro de unos años, no cobrarán la misma pensión que ahora se está distribuyendo», determinó.

Angel Martínez-Aldama, Presidente de Inverco, durante el almuerzo de prensa con que concluyó la II Jornada, dedicada a las pensiones, del XXXII Curso de Economía organizado por APIE.

Del mismo modo en que es necesario informar al público de la situación, también lo es poner sobre la mesa la tasa de sustitución de las pensiones públicas -el porcentaje del último salario que se recibe tras la jubilación- para los próximos 20 ó 30 años. Actualmente es del 80% frente al 63% de media de la OCDE, pero está previsto que este porcentaje baje sin cesar en los próximos años, situándose en un 58% en 2030, un 54% en 2040 y un 49% en 2050. Por eso ha reclamado a los políticos que lleguen cuando antes a un acuerdo para definir la nueva tasa de sustitución: “No podemos permitirnos perder otra legislatura sin solucionar este asunto”, declaró.

22 millones de ciudadanos desinformados

Admitir que habrá que rebajar esta tasa no es plato de gusto para ningún político, reconoció, pero recalcó que mantener a la ciudadanía bien informada reduciría el coste electoral de esta medida. Es necesario, añadió, que el público conozca cuál va a ser su pensión estimada. Actualmente, los 22 millones de personas que, entre ocupados y desempleados, constituyen la población activa, no reciben esta información, pese a estar indicada por una ley aprobada en 2011.

El proyecto de enviar regularmente cartas actualizadas con el importe estimado –como ya se hace en otros países de la UE- nunca se ha llegado a poner en marcha, y en su lugar existe una herramienta en la web de la Seguridad Social que ofrece información al contribuyente que la solicite, pero que ha recibido abundantes críticas por su falta de precisión, al dejar fuera del cálculo factores como la inflación o los topes máximos actuales para la pensión pública. Algo que el presidente de Inverco definió como “ilusión monetaria”, y que puede crear falsas expectativas en los usuarios.

Para equilibrar el sistema de pensiones, Martínez-Aldama abogó por un sistema mixto similar al que existe en la mayoría de países de la OCDE en el que una parte es de reparto y otra de capitalización. El presidente de Iverco apostó elevar la capitalización a través de las empresas con un sistema “cuasi obligatorio”, como el que existe actualmente en el Reino Unido. Si estas medidas suenan drásticas, peor lo es la alternativa, cuando los baby-boomers empiecen a cobrar su pensión y haya que tomar decisiones financieras de mucha mayor repercusión.