El Director de Coyuntura y Análisis de Funcas abrió con su intervención las jornadas de APIE en la Universidad de Alcalá de Henares

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La digitalización, sin duda ninguna, está cambiando profundamente el mercado de trabajo; pero en contra de lo que se pensaba hace sólo cinco o seis años, no lo está haciendo necesariamente para peor. Las novedades y los avances se producen a tal ritmo que la digitalización está incluso influyendo en el concepto que podíamos tener de digitalización. Estas son algunas de las conclusiones que expresó Raymond Torres, Director de Coyuntura y Análisis de Funcas y Ex Director del Servicio de Estudios de la OIT, durante su intervención en la sesión de apertura de las Jornadas de Economía organizadas por la APIE, con la colaboración del Observatorio de la Realidad Financiera (Orfin), en la Universidad de Alcalá de Henares.

Raymond Torres comenzó su intervención recordando cómo, hace sólo cinco años, el proceso de digitalización del empleo estaba relacionado con la idea de destrucción de puestos de trabajo “pero hoy hemos avanzado en su conocimiento, y sabemos que se trata de un cambio paradigmático en la organización de la actividad económica”. Un cambio que se ha hecho notar durante la pandemia, cuando nuevas tendencias como el teletrabajo se han disparado, con unos efectos muy distintos a los que se previeron en principio.

De hecho, afirmó Torres, “de no haber sido por el teletrabajo, el daño causado por la pandemia habría sido mucho peor”. Concretamente, estimó que sin la implantación de esta práctica se habrían perdido un 10% más de puestos de trabajo. En los cinco años anteriores a la aparición de la covid “hemos visto la creación cada año de 30 a 40 millones de puestos de trabajos netos en el mundo”, un ritmo de creación de empleo que Torres asoció a la extensión de las nuevas tecnologías, y que permitió que, cuando atacó la pandemia, sus efectos en el mercado laboral fueran menores de lo esperado. Las tasas de paro durante la crisis, señaló, “apenas han aumentado”, pues países europeos que han sufrido una caída del PIB de hasta once puntos apenas han incrementado su tasa de paro en dos puntos porcentuales.

Además de crear empleo, la digitalización está teniendo otros impacto de calado en el mundo laboral, de los que la deslocalización es sólo uno de ellos; también simplifica las estructuras corporativas, reduciendo la necesidad de niveles jerárquicos, y consigue “una individualización con respecto al trabajo colectivo. Antes era más difícil disgregar el trabajo de una persona con respecto del del compañero; ahora se puede medir con gran precisión la aportación de cada trabajador”.

En este nuevo mundo, los empleos con un salario fijo se irán haciendo cada vez más raros y esporádicos, lo que provocará que la vida de un trabajador oscile entre temporadas como autónomo y como asalariado una situación que Raymond Torres señaló como de especial importancia: “es muy importante facilitar la portabilidad entre diversos tipos de empleo. Por ejemplo, en España tenemos un régimen general y otro para autónomos. Pues en muchos países están intentando acercar, o incluso fusionar, ambos regímenes, teniendo en cuenta esa rotación”. Igual importancia tendrá la formación, para que la masa laboral pueda adaptarse a los nuevos empleos, y en este sentido Torres señaló un informe del World Economic Forum según el cual “la mitad de las tareas que desarrollamos actualmente no existirán dentro de quince años; aunque yo, personalmente, creo que van a ser muchas más”. Un mundo laboral en cambio constante donde “la formación no puede limitarse a los primeros años de la vida”.