Jordi García Viña, de CEOE, presenta el Estudio sobre la evolución de empresas y trabajadores. 1999- 2016 en un acto conjunto organizado con APIE.
Diecisiete años de datos con la crisis como epicentro. El Estudio sobre la evolución de empresas y trabajadores elaborado por la CEOE y presentado hoy en un acto que ha contado con la colaboración de la Asociación de Periodistas de Información Económica (APIE) recopila los datos de los últimos diecisiete años, entre 1999 y 2016, pero a la hora de la verdad, la presentación y las preguntas se han enfocado en los años de la crisis económica y el alcance de la recuperación actual.
Las noticias, según declaró Jordi García Viña, Director de Relaciones Laborales de la CEOE, que presentó el informe junto con Yolanda Gómez, vicepresidenta de APIE, son prometedoras, si bien el análisis de los datos año a año permiten apreciar algunos puntos débiles de una influencia persistente en nuestro tejido empresarial, como son el desempleo juvenil y el paro de larga duración.
Un pais de pymes
El análisis de los datos permite ver que el mayor número de empresas en España se alcanzó en junio de 2007 con 1.427.497 y desde entonces fue disminuyendo hasta 2010 -1.240.847- año en el que la cifra empezó a repuntar. En los análisis por tamaño de empresa, se vé cómo la crisis se ha cebado especialmente en las de entre 50 y 250 trabajadores -27.155 en 2007, 20.075 actualmente-, que son también las que sufren más dificultades para recuperarse, ya que “no tienen las ventajas de las más pequeñas ni de las más grandes”, según García Viña. Una situación que, ha añadido, podría verse paliada por el cambio de categoría de estas empresas, si crecieran hasta superar la marca de 250 empleados, “pero esto no se produce”. Las pymes, entendiendo como tales las empresas de menos de 50 trabajadores, siguen acaparando los porcentajes: en 2010 representaban el 97,77% del tejido empresarial español y alcanzaron su pico en 2013, con un 98,12%, a muy poca distancia del 98,09& actual. El Director de Relaciones Laborales de la CEOE indicó que “estamos estudiando” si hay factores que dificultan el crecimiento de las empresas por encima de la frontera de los 50 empleados.
De la misma manera, los trabajadores asalariados fueron los más afectados por los años de crisis, con una reducción de más de 1,5 millones entre 2010 y 2013. Al igual que las empresas, este colectivo está en fase de recuperación, pero al igual que ellas, aún está lejos de haber alcanzado las cifras de 2010. Los autónomos, por su parte, han crecido a mayor ritmo que los asalariados, pero no como consecuencia de una opción personal por este régimen laboral, sino “como elemento refugio”. En conjunto, añadió, se aprecia en toda la Unión Europea una mayor querencia por pertenecer al colectivo de asalariados, entre otras cosas por sus mayores ventajas de conciliación, lo que ha ocasionado que “se haya perdido el sentimiento de emprender, de ser uno su propio jefe”.
Signos de ralentización
Si bien consideró que el aumento en las cifras de estos trabajadores asalariados representa el mejor indicio de la salida de la crisis, García Viña manifestó algunas inquietudes, como la evolución de las cifras de empleo a lo largo de 2017, ya que “estamos percibiendo ciertos signos de ralentización que nos empiezan a preocupar”. De la misma manera, señaló que el desempleo juvenil y el de larga duración siguen siendo las principales asignaturas pendientes, y dudó de que las medidas adoptadas hasta ahora en los dos campos hayan sido de alguna utilidad: “La gran mayoría de los programas de creación de empleo de los últimos diez años no está teniendo incidencia. Un contrato como el de formación, que en 2015 había llegado a tener 175.000 contratos, en 2016 ha tenido 46.000. Pensamos que no es útil para crear empleo, por eso proponemos cambiarlo y hacerlo más fácil sobre todo para las pequeñas empresas”.
Para el Director de Relaciones Laborales de la CEOE, “las reformas emprendidas en los años 2010, 2011 y 2012 han servido para ayudar a las empresas a salir de la crisis, pero no para generar empleo”. Sin que eso signifique que haya que derogarlas, aclaró, ya que tarde o temprano la crisis volverá a aparecer y es conveniente contar con ellas, García Viña considera que se necesitan nuevas normas “que piensen desde otro punto de vista, cambiar el chip y permitir que el ritmo de creación de empleo, que es bueno, sea mucho mayor”.