Francisco Uria y Santiago Carbó evalúan el Mecanismo Único de Resolución Bancaria en una jornada informativa organizada por APIE

Hay ocasiones en que los acontecimientos se suceden a tal velocidad que hacen difícil tomar un tiempo para la reflexión. Es, en cierto modo, lo que ha ocurrido con el Mecanismo Único de Resolución Bancaria, que a lo largo de 2017 ha estado presente como agente activo en muchas noticias de primera página, pero dejando poco sitio para un análisis sobre el mecanismo en sí, su evolución, estado actual o nivel de eficiencia. Un hueco que se ha buscado tapar en la jornada informativa organizada por la Asociación de Periodistas de Información Económica (APIE) con la colaboración del Instituto Español de Analistas Financieros y la Fundación de Estudios Financieros (IEAF-FEF) y KPMG España, que contó con la participación de Francisco Uria, Socio Principal de KPMG Abogados y Responsable del Sector Financiero de KPMG en España, y de Santiago Carbó, Catedrático de Economía de Finanzas de la Bangor Business School y del Colegio Universitario de Estudios Financieros, además de con el presidente de la APIE, Íñigo de Barrón Arniches, que actuó como moderador.

En su intervención, Francisco Uria resumió brevemente la situación recordando la frase de John Lennon que indicaba que “la vida es eso que te ocurre mientras estás ocupado haciendo otras cosas”, ya que, explicó, la Junta Única de Resolución “tenía su calendario para este año y estaba avanzando en la construcción del mecanismo dedicado precisamente a la reacción ante las crisis bancarias”, cuando los casos de los bancos italianos y del Popular en España la obligaron a trastocar sus planes y comenzar a actuar en la práctica. Al final, “se ha puesto de manifiesto que este edificio que parecía sólido quizá necesite algunas mejoras”.

No siempre aparecerá un Santander

El caso del Popular, añadió Uria, ha servido para aprender la lección de que una crisis de liquidez como la que sufrio la entidad no debe tratarse de la misma manera que las crisis de solvencia, ya que se produce a un tempo y una velocidad mucho mayor, “que hacen difícil la aplicación de las normas de resolución; en el caso del Popular, se tomaron las medidas de forma muy acelerada, como prueba el caso de las famosas doce horas”. Sobre la noche en que el banco pasó a manos del Santander, tanto Uria como Santiago Carbó coincidieron en que, si no hubiera aparecido un comprador, la situación se habría vuelto mucho más complicada, y el segundo advirtió que es poco probable que surja de nuevo una entidad salvadora en un caso similar, dada la baja actividad de inversión en el sistema financiero.

El poco tiempo para actuar que dejan estas crisis, añadió Uria, ha mostrado la importancia vital para los organismos de resolución de estar preparados desde todos los puntos de vista, que incluyen el mayor nivel posible de conocimiento de la entidad, “para que el posible comprador esté bien informado de los datos sin que haya que esperar a que la entidad los facilite”.

Una Unión Bancaria inacabada

Si bien Santiago Carbó se mostró de acuerdo en la conveniencia de agilizar los mecanismos de actuación en las crisis de liquidez, advirtió de que no es una tarea fácil, ya que “cuando el mercado pierde confianza en ti, no hay manera de detenerlo. Es como esta sucesión de huracanes que se ha dado ahora, te van llevando”. Consideró a la Unión Bancaria “una estructura inacabada”, sobre todo en lo referente a su tercer pilar, el Seguro de Depósitos, y abogó por que el Fondo de Resolución obtenga una capacidad propia financiera, algo que, con los 17.000 millones de euros actuales frente a los 50.000 previstos, aún está lejos de conseguirse.

Para el catedrático, una de las mayores carencias de la Unión es que no está consiguiendo el objetivo de una mayor homogeneización de las inversiones entre países: “todas las circunstancias que hemos vivido desde 2008 han llevado a un retraimiento de las soluciones cruzadas, y eso es preocupante, porque el proyecto europeo se tambalea”. El objetivo, añadió, sería que el capital obtenido en un país pudiera ser invertido en otro de la misma manera que ocurre entre las diferentes regiones, pero el número de operaciones en este terreno entre 2008 y 2016 deja claro que este proceso “se ha jibarizado”.

La digitalización bancaria fue otro de los aspectos básicos que, a decir de ambos ponentes, va a tener un papel protagonista en los próximos años; para Santiago Carbó es la pieza principal de la que depende la supervivencia de las entidades, mientras que Francisco Uria señaló algunos de los efectos de la misma que ya han podido verse, como es la retirada masiva y vertiginosa de depósitos sin necesidad de personarse en la sucursal: “una entidad se puede vaciar sin colas, las oficinas están vacías y el banco se está desangrando a través de vías no presenciales”.

ENLACES DIRECTOS

VER GALERÍA FOTOGRÁFICA