La Fundación de Estudios de Economía Aplicada (FEDEA) presenta su informe sobre «Las cuentas del Transporte en España», en un acto organizado con la colaboración de la APIE

Dar una respuesta global a la pregunta “cuánto cuesta el transporte en España” no es tarea fácil, ya que en el proceso de costes de cada medio de transporte incluye muchas variantes, algunas más conocidas que otras. Ese ha sido, de todos modos, el objetivo del informe Las Cuentas del Transporte en España, elaborado por los profesores Jose Manuel Vassallo, de la Universidad Politécnica de Madrid, Armando Ortuño, de la Universidad de Alicante, y Ofelia Betancor, de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, para la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (FEDEA), que hoy se ha presentado en Madrid en una rueda de prensa organizada con la colaboración de la Asociación de Periodistas de Información Económica.

La presentación ha corrido a cargo de Jose Manuel Vassallo, director del informe, que ha estado acompañado por Ángel de la Fuente, director ejecutivo de Fedea, y Javier Montalvo, de la Junta Directiva de la APIE, que actuó como moderador. El propósito del informe ha sido determinar si cada modo de transporte -terrestre, marítimo, ferroviario y aéreo- soporta sus costes de infraestructura y costes externos de accidentes y medioambientales con los ingresos y contribuciones, una información que el profesor Vassallo ha considerado “tremendamente relevante” para los gobiernos y agentes involucrados en la toma de decisiones concernientes a su desarrollo.

Un complejo escenario de costes

Dentro de una tarea que ha calificado como muy complicada, el resultado resumido en una frase sería: “ninguno de los medios de transporte cubre sus costes”, en palabras de Vassallo, si bien, con la excepción del ferrocarril, todos compensan mayoritariamente sus costes de infraestructuras. El objetivo del trabajo no ha sido proponer la supresión de ninguno de estos medios, ya que “el transporte es algo básico que hay que garantizar”, pero sí dar pistas que podrían permitir ofrecer un servicio mejor con un uso más racional.

Los autores del estudio han utilizado en su elaboración los datos correspondientes a 2013, primero por contar con una información estadística completa, pero también por haber sido el año “en el que la situacion economica del país era la peor, lo que nos ha permitido utilizar estos datos como algo parecido a un test de estrés”. En sus cálculos de costes, han separado, por un lado, los correspondientes a infraestructura -carreteras, vías, aeropuertos- y operación -los usuarios de esas infraestructuras: coches, ferrocarriles, aviones-, así como los costes internos y externos, y muy especialmente, los costes sociales, que incluirían “las pérdidas de utilidad que el transporte genera en la sociedad pero que no afectan a los usuarios y a los modos: la contaminación, el ruído, la accidentalidad”. Igualmente, se han considerado los ingresos generados por cada medio de transporte, y las subvenciones que este recibe.

La clave medioambiental

No se ha podido dejar de lado un factor de tanta relevancia como el cambio climático y el coste de las medidas medioambientales destinadas a su prevención, pero Vassallo ha declarado que la incertidumbre que rodea a los costes de este fenómeno les ha llevado a presentar sus cálculos basándose en dos escenarios posibles: uno de alta influencia medioambiental, donde el coste de las emisiones es muy alto, y otro de baja influencia, donde el coste es mucho más reducido. Estos costes externos del cambio climático influyen de forma notable en el transporte por carretera, mientras que otros medios, como el ferrocarril, apenas los notan.

Si bien el coste de las infraestructuras queda sobradamente cubierto con el dinero que se ingresa en casos como el transporte por carretera o aéreo, cuando se suman todos los costes es cuando las cuentas no salen en ningún caso. En algunos casos, la diferencia entre ingresos y gastos es especialmente notable, como en el ferrocarril “que está en una situación bastante mala, porque sigue sin generar ingresos”, y el aéreo, que cubre únicamente un 30 por ciento de los costes.

Aunque el informe se ha presentado como una recopilación de datos sin lugar para interpretaciones o recomendaciones por parte de sus autores, Jose Manuel Vassallo sí ha indicado en el turno de preguntas que su intención es ofrecer una informacion que permita equilibrar mejor los costes a la hora de tomar las grandes decisiones que afectan al marco del transporte. Entre las propuestas que ha hecho “a título personal” está “una homogeneización de todo el ámbito fiscal y tarifario en el ámbito del transporte”, y una mejora en la gestión ferroviaria que permita generar más ingresos “en campos como el transporte de mercancías”.

En cuanto al tema de las subvenciones al transporte, presentes de forma notable en algunos campos, Vassallo ha declarado no estar en contra de las mismas, pero “hay que revisar cuándo tienen una utilidad social y cuándo no. Las subvenciones están muy bien cuando dan un servicio, pero habría que considerar en qué casos podría prestarse ese mismo servicio con menor subvención”.

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