El periodista y miembro de APIE analiza en su libro Business TV, la última televisión la progresiva desaparición de la información económica del formato televisivo
No deja de resultar paradójico que, siendo la economía en todas sus vertientes uno de los campos que afectan más directamente a la práctica totalidad de la población, su tratamiento en los medios siga relegado a un relativo segundo plano en comparación con otras noticias de mayor impacto mediático, pero de menor influencia en el día a día. Una carencia que se hace notar especialmente en el medio televisivo, donde en España, a diferencia de en otros países, han desaparecido todos los canales temáticos dedicados a ella.
A esta cuestión dedica Javier Ablitas, Doctor en Comunicación, periodista y miembro de APIE, su libro Business TV, la última televisión. Cuando la economía no es rentable, donde, partiendo del caso determinado de este canal, analiza la trayectoria de la información económica en el ámbito televisivo español.
¿Por qué has centrado especialmente el libro en el caso de Business TV?
Nace como resultado de la tesis doctoral, que defendí hace dos años, en la que analizaba el caso de Business TV y por qué no existía, en la actualidad, un canal de información económica en español, al estilo de CNBC o Bloomberg, pese a ser el español el segundo idioma nativo del mundo. A partir de ella me proponen publicar un libro contando la historia de Business TV, un proyecto en el que participé y que se ha convertido en el último canal de información económica en español. Me ha parecido relevante analizar las razones de su cierre y de la ausencia de alternativas en nuestro panorama audiovisual. Tiene el atractivo, además, de reflejar una historia pequeña de periodismo que, si no, desaparece, porque nos solemos centrar en los grandes medios a la hora de realizar análisis.
¿Qué otros intentos de trasladar la información económica a la televisión se produjeron antes de Business TV, y cuál fue su final?
Business TV es heredera del proyecto primigenio de televisión económica que se pone en marcha en España allá por 1998: Expansión Financiera, fruto de un acuerdo entre Recoletos y Televisa. Tras la salida de los accionistas mexicanos, el canal continúa como Expansión TV. En 2005 Recoletos anuncia su cierre aduciendo motivos económicos, e Intereconomía lo compra. Tras el giro que experimenta desde el nicho económico al ideológico, en 2010 nace Business TV y en el verano de 2012, en plena crisis tanto de país como corporativa, cesa sus emisiones. Bloomberg también lanzó un canal en español en 1997. En 2009 lo cerró junto a otros canales de habla no inglesa para centrar sus emisiones europeas en Londres.
«Los formatos que se estilan, tendientes al llamado infotainment en el caso de la información, no ayudan a ofrecer un producto de calidad».
¿Cuál es la situación de la información económica en el ámbito televisivo español comparado con el de otros países? ¿Existen modelos de negocio de información económica que hayan triunfado en otras televisiones? Y, si es el caso, ¿por qué no se han trasladado a España?
A la economía le cuesta hacerse un hueco en la televisión. Los formatos que se estilan, tendientes al llamado infotainment en el caso de la información, tampoco ayudan a ofrecer un producto de calidad. Ahí España no es una excepción. En general, en el ámbito de los negocios, asistimos a la preeminencia de grandes marcas de origen anglosajón (Financial Times, The Economist, The Wall Street Journal, CNBC…). Es difícil para un medio, digamos, local, competir con estos gigantes en la atención de los grandes operadores del mercado. Otra cosa es si nos queremos dirigir al pequeño ahorrador. El modelo más llamativo en este sentido es el de la francesa BFM Business, porque su nacimiento tiene muchas similitudes con Business TV/Intereconomía tanto formales como temporales. Sin embargo, el desarrollo del grupo BFM le permite salir a bolsa y, posteriormente, pasar a formar parte de uno de los gigantes de las telecomunicaciones europeas, Altice. Hacer televisión es caro y con un modelo de pago limitado dependes de unos anunciantes que están acostumbrados a “comprar” espacios de publicidad en función de algo que un canal de nicho no puede ofrecer: volumen de audiencia.
«El modelo habitual de información especializada en economía en televisión tiende a crear un círculo vicioso, al convertir en público objetivo y en fuente a las mismas personas».
Haces referencia a la dicotomía entre el interés que la economía suscita en el público en general y su escaso acercamiento a los canales que podrían informarle de ella. ¿Dónde dirías que radica el problema?
La palabra “economía” nos asusta, pese a que todos la manejamos en nuestro día a día. Le atribuimos un carácter técnico y casi diría que elitista que la convierte en un elemento frío y lejano. Además, el modelo habitual de información especializada en economía en televisión tiende, como han mostrado numerosos académicos, a crear un círculo vicioso, al convertir en público objetivo y en fuente a las mismas personas. Se mezclan intereses y se acaba haciendo un producto por y para una élite.
Sin embargo, mencionas programas que tratan temas económicos desde otra perspectiva –Salvados, Españoles por el Mundo…- y que sí obtienen buenos índices de audiencia. ¿Cuál es la razón?
Tal vez, que no los percibimos como programas de economía. Sin embargo, cuándo preguntan cuánto cuesta comer o comprar una casa en una ciudad, ¿de qué están hablando? Además, es cierto que se trata de programas determinados dentro de una parrilla más amplia. El reto estaría en extender esa capacidad de atraer audiencia a un modelo de 24 horas, algo que exige, como punto de partida, músculo financiero.
«El periodismo económico tiene el reto de superar la pérdida de prestigio y credibilidad generada por la crisis»
¿Crees que el periodismo económico estaría informando mucho sobre economía y poco sobre cómo sus consecuencias afectan al ciudadano de a pie? ¿Falta espíritu divulgativo?
Como decía antes, el problema de acabar creando una especie de gueto en el que el mismo grupo de gente sirve de fuente y de audiencia es que expulsa al resto de la posible audiencia. Además, el periodismo económico tiene el reto de superar la pérdida de prestigio y credibilidad generada por la crisis que estalló con la caída de Lehman Brothers. Dean Starkman publicó en 2014 un libro titulado The watchdog that didn´t bark (“El perro guardián que no ladró”) para analizar dónde estaba el periodismo durante esa etapa, pero lo cierto es que si se bucea un poco en la hemeroteca se encuentran críticas relativas a la connivencia entre periodistas y élite financiera muchas décadas antes.
El modelo de negocio televisivo está en cambio perpetuo gracias a los nuevos canales. ¿Crees que habrá sitio en el futuro para que la información económica tenga mayor presencia?
Es obvio que asistimos a un cambio en el paradigma de lo que hasta ahora conocíamos como televisión, entendida como esa mezcla entre electrodoméstico y parrilla cerrada. Antes, a través de esa pantalla solo veíamos lo que los programadores querían. Ahora, en cambio, en la pantalla tenemos, junto a esas parrillas, multitud de opciones a la carta con acceso a esa ventana de contenidos casi infinita que es Internet. Todo compite en el mismo espacio por el mismo bien escaso: la atención de la gente. A partir de ahí, la oferta se fragmenta y las audiencias se disgregan. Hay espacio para contenidos de todo tipo. La pregunta que nos tenemos que hacer es qué interés genera mi producto para que alguien lo consuma y quién va a pagar por él. Si encontramos la respuesta a ambas, los contenidos están garantizados.